miércoles, 20 de noviembre de 2013

Concepto de sentimientos







Un sentimiento es un estado del ánimo que se produce por causas que lo impresionan, y éstas pueden ser alegres y felices, o dolorosas y tristes. El sentimiento surge como resultado de una emoción que permite que el sujeto sea conciente de su estado anímico.
Los sentimientos están vinculados a la dinámica cerebral y determinan cómo una persona reacciona ante distintos eventos. Se trata de impulsos de la sensibilidad hacia aquello imaginado como positivo o negativo.






En otras palabras, los sentimientos son emociones conceptualizadas que determinan el estado de ánimo. Cuando éstos son sanos, es posible alcanzar la felicidad y conseguir que la dinámica cerebral fluya con normalidad. En el caso contrario, se experimenta un desequilibrio emocional que puede derivar en el surgimiento de trastornos tales como la depresión.
Los cambios en las cargas emocionales determinan las características de los sentimientos. Las emociones pueden ser breves en el tiempo, pero generar sentimientos que subsistan a lo largo de los años.



Básicamente, los sentimientos se clasifican en positivos (cuando promueven las buenas obras) y negativos (si fomentan las malas acciones). Es común, asimismo, que se recomiende luchar contra estos últimos para alcanzar la paz interior. Buenos o malos, sin embargo, ambos grupos comparten la imposibilidad de ser transmitidos con precisión.




Esta división de los sentimientos según parámetros de la moral y la ética resulta muy inestable, ya que varía considerablemente dependiendo de los ojos que la miran. La lucha por entender el bien y el mal es probablemente el legado más antiguo que acarreamos como especie; nadie en su sano juicio se atrevería a admitir públicamente que hace el mal a los demás, así como muy pocas personas se privarían de gritar a los cuatro vientos que ayuda a los desfavorecidos.



Pero, ¿cómo saber si un sentimiento es positivo o negativo? Basándonos en los ejemplos más populares, podemos decir que desear la muerte a alguien es malo, mientras que alegrarnos por el nacimiento de un bebé sano es bueno. Si aceptamos la veracidad de estas declaraciones, entonces surge una grave contradicción entre dichos principios y algunas situaciones muy particulares, ésas que nos obligan a cuestionarnos nuestros principios.



Cuando un niño es maltratado por un mayor, se crea en él un odio que, en muchos casos, lo lleva a desear con todas sus fuerzas que su agresor muera. Claro está que no se trata de pensamientos alegres o constructivos, y que siempre es preferible trabajar para canalizar la ira de manera sana, pero sin duda resulta difícil calificar de la misma forma los sentimientos de una víctima hacia su abusador que la envidia de alguien por el coche de su vecino.


Esto nos lleva a una clasificación más compleja, que intenta ahondar en las razones que dan origen a los sentimientos, para determinar, de alguna forma, si son justificables. A pesar de todos los estudios que puedan realizarse acerca de la sensibilidad humana, se trata de un terreno que parece imposible de dominar, especialmente cuando entran en juego, por ejemplo, el amor, el odio, la frustración y la pasión.


Con respecto a los sentimientos de la gente hacia la infancia, es difícil encontrar un par de ojos que no se iluminen ante la noticia de un embarazo, o al ver la sonrisa inocente de un niño. Sin embargo, esta alegría que la mayoría siente al pensar en un nacimiento no parece hacer caso a ciertas problemáticas muy relacionadas con la procreación humana, tales como la sobrepoblación y la pobreza, dependiendo del caso.



Entristecerse por ver a una mujer embarazada no necesariamente significa odiar la vida; al contrario, si se trata de una persona sin recursos, o que sufre de una enfermedad terminal o bien que fue víctima de una violación, la decepción ante tal cuadro podría ser la forma más positiva y productiva de reaccionar, la más generosa para con la criatura que se gesta en su vientre.



 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Segun algunos expertos los sentimientos no lo genera el corazon sino el cerebro

                                       La química del amor

«Los sentimientos no se generan en el corazón, sino en el cerebro». Así de tajantes se muestran los expertos en neurociencia al explicar la esencia del amor, un sentimiento universal, profundo y contradictorio al que cuesta tanto renunciar, como resistirse. En los últimos años, diversos estudios científicos han demostrado que el enamoramiento se produce debido a la acción de ciertas hormonas, como la serotonina o la dopamina, que anulan el pensamiento crítico y crean la irremediable necesidad de volver a ver a la persona amada, o como la oxitocina, que se libera durante el orgasmo y se vincula con las relaciones duraderas y la monogamia.

«Los sentimientos no se generan en el corazón, sino en el cerebro», explica Javier Cudeiro, catedrático de Fisiología Humana y director del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidade da Coruña (Neurocom), quien asegura que el amor actúa como una droga, puesto que «produce el mismo efecto sobre el organismo» y que, además, es ciego, porque «suprime la actividad en áreas del cerebro que controlan el pensamiento crítico». «Varios estudios científicos han demostrado que, cuando los seres humanos se enamoran, la parte frontal del cerebro, que es donde se generan los juicios de valor, reduce su capacidad de evaluar el carácter y la personalidad del ser amado», señala Cudeiro, y va un paso más allá: «Tanto el llamado amor romántico como el amor maternal producen el mismo efecto sobre esa región cerebral, suprimiendo la actividad neuronal asociada a la evaluación crítica del prójimo y a las emociones negativas», destaca el experto.

Pero ¿qué otro tipo de alteraciones produce el amor sobre la actividad cerebral de los seres humanos? Según un reciente estudio realizado por el University College de Londres, el amor puede provocar reacciones químicas similares a las que generan las drogas e, incluso, la velocidad. «A quienes comparan el amor con una droga no les falta razón, porque cuando se está en compañía de la persona amada se segrega una hormona, la dopamina, que produce sentimientos de satisfacción y de placer y que, por lo tanto, es la causante del enamoramiento y de que se sienta la irremediable necesidad de volver a ver a ese hombre o a esa mujer», apunta el catedrático de Fisiología Humana de la Universidad de Coruña.

                                                Definición

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define el amor como «un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser». Para los investigadores del University College de Londres es, no obstante, algo más simple. «Una adicción química entre dos seres humanos», señalan los expertos londinenses, quienes aseguran que, cuando existe enamoramiento de verdad se dan, en mayor o menor medida, una serie de circunstancias comunes, como la atracción física, el apetito sexual o el afecto y el apego duradero.

A este último aspecto contribuyen, sobremanera, dos hormonas, la oxitocina y la vasopresina, que se liberan para que el útero se contraiga durante el parto y que, también, intervienen en la química del enamoramiento.
«Varios estudios han demostrado que personas que llevan más tiempo enamoradas poseen también zonas ricas en oxitocina y vasopresina, dos hormonas que se liberan, generalmente, durante el orgasmo y que se vinculan con las relaciones a largo plazo y con la monogamia», explica Javier Cudeiro, quien además indica que, sobre este último aspecto, se ha realizado un experimento en ratones con resultados «muy interesantes».

«Una investigación con dos especies de ratones, los de la pradera y los del pantano, ha desvelado que la monogamia puede tener una base genética, ya que la implantación de un único gen de ratones monógamos en el cerebro de ratones promiscuos, consigue cambiar su comportamiento y convertirlos en fieles a sus parejas», apunta el catedrático de Fisiología Humana y director del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidade da Coruña, e inmediatamente añade: «Este estudio podría dar una orientación para explicar por qué algunos seres humanos no se comportan igual que otros en sus relaciones de pareja».

El experimento al que se refiere el catedrático coruñés —realizado por científicos de la Universidad de Emory, en Atlanta (Estados Unidos), y publicado en la prestigiosa revista Nature—, es bastante explícito. Los investigadores estudiaron el comportamiento de dos tipos diferentes de ratones, unos muy sociables (de la pradera) y otros comportamientos más individualistas (los del pantano). Los primeros son monógamos, forman parejas para toda la vida y se encargan, conjuntamente, de cuidar a sus crías. Los segundos, por el contrario, son promiscuos, se desentienden de su descendencia y después de fecundar a una hembra, buscan inmediatamente otra.

                                   Transferencia de genes

Los ratones monógamos poseen en su cerebro muchos receptores de vasopresina, por lo que son capaces de recordar los momentos buenos que han pasado con su pareja y crear un vínculo más fuerte con ella. Los promiscuos, sin embargo, carecen de esos receptores, por lo que son incapaces de recordar la unión con la hembra.

Lo que hicieron los investigadores de la Universidad de Emory fue transferir un único gen del cerebro de un ratón macho monógamo al cerebro de otro ratón macho, aunque en este caso, de los de la especie promiscua. Así consiguieron que el animal promiscuo abandonara la poligamia para mantener relaciones exclusivas con una pareja.


El gen transferido por los científicos estadounidenses al cerebro del ratón promiscuo fue, precisamente, el que codifica los receptores de la vasopresina, de ahí el cambio de actitud sexual del animal en cuestión.

Javier Cudeiro insiste en que ese experimento en ratones ha despertado «un gran interés» por el significado que pueda aportar a las relaciones humanas, donde la infidelidad afecta a entre un 15% y un 75% de las parejas estables, según han demostrado diversos estudios.

«Si se extrapolan los resultados del experimento realizado por los investigadores de la Universidad de Emory a las relaciones humanas, descubrimos que la variación de genes apreciada en esas dos especies de ratones puede ser similar a las variaciones que se aprecian en los seres humanos», apunta el catedrático coruñés.

La investigación llevada a cabo por los científicos estadounidenses podría explicar, además, algunos trastornos del comportamiento como, por ejemplo, el autismo —en el cual también podría estar implicado el gen transferido a los ratones promiscuos— o influir, incluso, en ciertos rasgos del carácter como la timidez o la extroversión.

         Estar enamorado afecta 12 áreas diferentes del cerebro

Olvídese de las mariposas en el estómago. De sentir nervios y de morderse las uñas esperando esa llamada.

Un estudio demuestra que el proceso de enamoramiento es mucho más que esas típicas reacciones y que desencadena una actividad química que involucra a 12 áreas intelectuales del cerebro.

El trabajo lo realizó Stephanie Ortigue, del Departamento de Psicología de la Universidad Syracuse, en Nueva York, quien hace tiempo viene investigando la relación entre sentimientos tan humanos como el amor o la pasión, y su relación con la actividad cerebral.

Su objetivo es elaborar modelos clínicos que expliquen –y demuestren– que el organismo reacciona de formas específicas a distintos sentimientos. Para ello, analizó miles de estudios sobre técnicas de imágenes, electroencefalogramas, tomografías computadas, entre otras, y revisó la historia clínica de los pacientes, con el fin de identificar zonas del cerebro asociadas con distintos tipos de amor: desde el que siente una madre por su hijo hasta el amor entre personas con discapacidades.

En la conclusión del estudio, publicado en la Journal of Sexual Medicine, Ortigue afirma que además de sustancias como la dopamina y la oxitocina que -se sabe hace tiempo- tienen que ver con el amor, este meta análisis demuestra que diferentes tipos de amor involucran a distintas partes del cerebro. Y que hasta 12 áreas cerebrales reaccionan de especial modo ante este sentimiento, incluidas aquéllas relacionadas con la capacidad intelectual.

“Al enamorarse, un individuo pone en acción una docena de áreas cerebrales. Estas zonas trabajan en forma coordinada y liberan moléculas neurotransmisoras como dopamina y adrenalina, lo que genera distintas respuestas emocionales”, explicó Ortigue.

Estas respuestas emocionales complejas van desde metáforas sobre el ser amado e ideas sobre la imagen corporal hasta la tradicional aceleración cardíaca al ver llegar al ser querido. “El amor es algo tan complejo que trabaja en forma general, sobre el cuerpo y el metabolismo”, afirma Ortigue.

Ante esta evidencia, la experta dice que habría que reconsiderar toda la iconografía que adjudica al romántico corazón el rol central en el proceso del amor y tal vez reemplazarla por una imagen del cerebro.

El amor incondicional que suele sentir una madre por su hijo, parece afectar partes del cerebro distintas a las que son impactadas por el amor ocasional, el que existe entre personas con capacidades diferentes o el estable amor de pareja.

En sus resultados, la investigadora explica que el enamoramiento, el sentimiento de amar, desencadena esta catarata de reacciones que suelen ir acompañadas, al menos en los primeros tiempos, de una sensación de increíble euforia. También afirma que aunque el proceso de enamoramiento lleva su tiempo, cuando se encuentra el amor, este mecanismo se desencadena en apenas un segundo.

Este maravilloso impacto en la actividad cerebral, según Ortigue, es el que es posible medir con la tecnología moderna.

El corazón no tiene nada que ver, las emociones estan almacenadas en el cerebro, el corazón es un órgano que solo sirve para bombear la sangre al cuerpo [no siente emociones] solo que algunos escritores y poetas con la finalidad de adornar sus obras, hacen alución al corazòn pero en serio el cerebro y el corazón son órganos totalmente distintos

¿Sabías que el cerebro pesa un promedio de 1380 gramos en el hombre y 1250 en la mujer?

Contiene unos 100.000 millones de neuronas, cifra aproximada al de las estrellas de nuestra galaxia.Y sus casi 100 trillones de interconexiones en serie y en paralelo proporcionan la base física que permite el funcionamiento cerebral.El cerebro humano es el órgano más complejo y fascinante que existe en el universo. Piense en las siguientes funciones cerebrales:- Es capaz de reflexionar sobre sí mismo.- Controla el rápido movimiento de la mano de un pianista interpretando una melodía. - Integra el estímulo visual en tres dimensiones, recibiendo los impulsos luminosos sobre una retina plana.El cerebro humano no es el más grande. Las ballenas y elefantes lo tienen mayor. Pero si tienen el mayor cerebro proporcionalmente al peso corporal. En los últimos 3 millones de años de la evolución el cerebro humano ha crecido enormemente. Ello tiene relación con la bipedestación. Algunas áreas del cerebro como las partes anteriores (lóbulos frontales) y laterales (parietales) han crecido más que otras.Existe la tendencia a comparar al cerebro con los constructos electrónicos del hombre. No se debe hacer, pues se suele caer en demagogia y alguna que otra falacia argumental. No existe base científica que logre demostrar sin margen de error que los datos de las comparaciones sean fiables al 100%, por lo que esos estudios son estimaciones por comparación entre conceptos equivalentes.Si bien las equivalencias pueden llegar a satisfacer los requerimientos de ciertos científicos, ellos mismos reconocen sus límites a la hora de entender el funcionamiento exacto del cerebro.En fin el cerebro es el organo mas maravillo que el humano pueda poseer.