«Los sentimientos no se generan en el corazón, sino en el cerebro». Así
de tajantes se muestran los expertos en neurociencia al explicar la esencia del
amor, un sentimiento universal, profundo y contradictorio al que cuesta tanto
renunciar, como resistirse. En los últimos años, diversos estudios científicos
han demostrado que el enamoramiento se produce debido a la acción de ciertas
hormonas, como la serotonina o la dopamina, que anulan el pensamiento crítico y
crean la irremediable necesidad de volver a ver a la persona amada, o como la
oxitocina, que se libera durante el orgasmo y se vincula con las relaciones
duraderas y la monogamia.
«Los sentimientos no se generan en el corazón, sino en el cerebro»,
explica Javier Cudeiro, catedrático de Fisiología Humana y director del grupo
de Neurociencia y Control Motor de la Universidade da Coruña (Neurocom), quien
asegura que el amor actúa como una droga, puesto que «produce el mismo efecto
sobre el organismo» y que, además, es ciego, porque «suprime la actividad en
áreas del cerebro que controlan el pensamiento crítico». «Varios estudios
científicos han demostrado que, cuando los seres humanos se enamoran, la parte
frontal del cerebro, que es donde se generan los juicios de valor, reduce su
capacidad de evaluar el carácter y la personalidad del ser amado», señala
Cudeiro, y va un paso más allá: «Tanto el llamado amor romántico como el amor
maternal producen el mismo efecto sobre esa región cerebral, suprimiendo la
actividad neuronal asociada a la evaluación crítica del prójimo y a las
emociones negativas», destaca el experto.
Pero ¿qué otro tipo de alteraciones produce el amor sobre la actividad
cerebral de los seres humanos? Según un reciente estudio realizado por el
University College de Londres, el amor puede provocar reacciones químicas
similares a las que generan las drogas e, incluso, la velocidad. «A quienes
comparan el amor con una droga no les falta razón, porque cuando se está en
compañía de la persona amada se segrega una hormona, la dopamina, que produce
sentimientos de satisfacción y de placer y que, por lo tanto, es la causante
del enamoramiento y de que se sienta la irremediable necesidad de volver a ver
a ese hombre o a esa mujer», apunta el catedrático de Fisiología Humana de la
Universidad de Coruña.
Definición
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define el amor como
«un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia
insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser». Para los
investigadores del University College de Londres es, no obstante, algo más
simple. «Una adicción química entre dos seres humanos», señalan los expertos
londinenses, quienes aseguran que, cuando existe enamoramiento de verdad se
dan, en mayor o menor medida, una serie de circunstancias comunes, como la
atracción física, el apetito sexual o el afecto y el apego duradero.
A este último aspecto contribuyen, sobremanera, dos hormonas, la
oxitocina y la vasopresina, que se liberan para que el útero se contraiga
durante el parto y que, también, intervienen en la química del enamoramiento.
«Varios estudios han demostrado que personas que llevan más tiempo
enamoradas poseen también zonas ricas en oxitocina y vasopresina, dos hormonas
que se liberan, generalmente, durante el orgasmo y que se vinculan con las
relaciones a largo plazo y con la monogamia», explica Javier Cudeiro, quien
además indica que, sobre este último aspecto, se ha realizado un experimento en
ratones con resultados «muy interesantes».
«Una investigación con dos especies de ratones, los de la pradera y los
del pantano, ha desvelado que la monogamia puede tener una base genética, ya
que la implantación de un único gen de ratones monógamos en el cerebro de
ratones promiscuos, consigue cambiar su comportamiento y convertirlos en fieles
a sus parejas», apunta el catedrático de Fisiología Humana y director del grupo
de Neurociencia y Control Motor de la Universidade da Coruña, e inmediatamente
añade: «Este estudio podría dar una orientación para explicar por qué algunos
seres humanos no se comportan igual que otros en sus relaciones de pareja».
El experimento al que se refiere el catedrático coruñés —realizado por
científicos de la Universidad de Emory, en Atlanta (Estados Unidos), y
publicado en la prestigiosa revista Nature—, es bastante explícito. Los
investigadores estudiaron el comportamiento de dos tipos diferentes de ratones,
unos muy sociables (de la pradera) y otros comportamientos más individualistas
(los del pantano). Los primeros son monógamos, forman parejas para toda la vida
y se encargan, conjuntamente, de cuidar a sus crías. Los segundos, por el
contrario, son promiscuos, se desentienden de su descendencia y después de
fecundar a una hembra, buscan inmediatamente otra.
Transferencia de
genes
Los ratones monógamos poseen en su cerebro muchos receptores de
vasopresina, por lo que son capaces de recordar los momentos buenos que han
pasado con su pareja y crear un vínculo más fuerte con ella. Los promiscuos,
sin embargo, carecen de esos receptores, por lo que son incapaces de recordar
la unión con la hembra.
Lo que hicieron los investigadores de la Universidad de Emory fue
transferir un único gen del cerebro de un ratón macho monógamo al cerebro de
otro ratón macho, aunque en este caso, de los de la especie promiscua. Así
consiguieron que el animal promiscuo abandonara la poligamia para mantener
relaciones exclusivas con una pareja.
El gen transferido por los científicos estadounidenses al cerebro del
ratón promiscuo fue, precisamente, el que codifica los receptores de la
vasopresina, de ahí el cambio de actitud sexual del animal en cuestión.
Javier Cudeiro insiste en que ese experimento en ratones ha despertado
«un gran interés» por el significado que pueda aportar a las relaciones
humanas, donde la infidelidad afecta a entre un 15% y un 75% de las parejas
estables, según han demostrado diversos estudios.
«Si se extrapolan los resultados del experimento realizado por los
investigadores de la Universidad de Emory a las relaciones humanas, descubrimos
que la variación de genes apreciada en esas dos especies de ratones puede ser
similar a las variaciones que se aprecian en los seres humanos», apunta el
catedrático coruñés.
La investigación llevada a cabo por los científicos estadounidenses
podría explicar, además, algunos trastornos del comportamiento como, por
ejemplo, el autismo —en el cual también podría estar implicado el gen transferido
a los ratones promiscuos— o influir, incluso, en ciertos rasgos del carácter
como la timidez o la extroversión.
Estar enamorado afecta 12 áreas diferentes del cerebro
Olvídese de las mariposas en el estómago. De sentir nervios y de
morderse las uñas esperando esa llamada.
Un estudio demuestra que el proceso de enamoramiento es mucho más que
esas típicas reacciones y que desencadena una actividad química que involucra a
12 áreas intelectuales del cerebro.
El trabajo lo realizó Stephanie Ortigue, del Departamento de Psicología
de la Universidad Syracuse, en Nueva York, quien hace tiempo viene investigando
la relación entre sentimientos tan humanos como el amor o la pasión, y su
relación con la actividad cerebral.
Su objetivo es elaborar modelos clínicos que expliquen –y demuestren–
que el organismo reacciona de formas específicas a distintos sentimientos. Para
ello, analizó miles de estudios sobre técnicas de imágenes,
electroencefalogramas, tomografías computadas, entre otras, y revisó la
historia clínica de los pacientes, con el fin de identificar zonas del cerebro
asociadas con distintos tipos de amor: desde el que siente una madre por su
hijo hasta el amor entre personas con discapacidades.
En la conclusión del estudio, publicado en la Journal of Sexual
Medicine, Ortigue afirma que además de sustancias como la dopamina y la
oxitocina que -se sabe hace tiempo- tienen que ver con el amor, este meta
análisis demuestra que diferentes tipos de amor involucran a distintas partes
del cerebro. Y que hasta 12 áreas cerebrales reaccionan de especial modo ante
este sentimiento, incluidas aquéllas relacionadas con la capacidad intelectual.
“Al enamorarse, un individuo pone en acción una docena de áreas
cerebrales. Estas zonas trabajan en forma coordinada y liberan moléculas
neurotransmisoras como dopamina y adrenalina, lo que genera distintas
respuestas emocionales”, explicó Ortigue.
Estas respuestas emocionales complejas van desde metáforas sobre el ser
amado e ideas sobre la imagen corporal hasta la tradicional aceleración
cardíaca al ver llegar al ser querido. “El amor es algo tan complejo que
trabaja en forma general, sobre el cuerpo y el metabolismo”, afirma Ortigue.
Ante esta evidencia, la experta dice que habría que reconsiderar toda la
iconografía que adjudica al romántico corazón el rol central en el proceso del
amor y tal vez reemplazarla por una imagen del cerebro.
El amor incondicional que suele sentir una madre por su hijo, parece
afectar partes del cerebro distintas a las que son impactadas por el amor
ocasional, el que existe entre personas con capacidades diferentes o el estable
amor de pareja.
En sus resultados, la investigadora explica que el enamoramiento, el
sentimiento de amar, desencadena esta catarata de reacciones que suelen ir
acompañadas, al menos en los primeros tiempos, de una sensación de increíble
euforia. También afirma que aunque el proceso de enamoramiento lleva su tiempo,
cuando se encuentra el amor, este mecanismo se desencadena en apenas un
segundo.
Este maravilloso impacto en la actividad cerebral, según Ortigue, es el
que es posible medir con la tecnología moderna.
El corazón no tiene nada que ver, las emociones estan almacenadas en el
cerebro, el corazón es un órgano que solo sirve para bombear la sangre al
cuerpo [no siente emociones] solo que algunos escritores y poetas con la
finalidad de adornar sus obras, hacen alución al corazòn pero en serio el
cerebro y el corazón son órganos totalmente distintos
¿Sabías que
el cerebro pesa un promedio de 1380 gramos en el hombre y 1250 en la mujer?
Contiene unos 100.000 millones de
neuronas, cifra aproximada al de las estrellas de nuestra galaxia.Y sus casi
100 trillones de interconexiones en serie y en paralelo proporcionan la base
física que permite el funcionamiento cerebral.El cerebro humano es el órgano
más complejo y fascinante que existe en el universo. Piense en las siguientes
funciones cerebrales:- Es capaz de reflexionar sobre sí mismo.- Controla el
rápido movimiento de la mano de un pianista interpretando una melodía. -
Integra el estímulo visual en tres dimensiones, recibiendo los impulsos
luminosos sobre una retina plana.El cerebro humano no es el más grande. Las
ballenas y elefantes lo tienen mayor. Pero si tienen el mayor cerebro
proporcionalmente al peso corporal. En los últimos 3 millones de años de la
evolución el cerebro humano ha crecido enormemente. Ello tiene relación
con la bipedestación. Algunas áreas del cerebro como las partes anteriores
(lóbulos frontales) y laterales (parietales) han crecido más que otras.Existe
la tendencia a comparar al cerebro con los constructos electrónicos del hombre.
No se debe hacer, pues se suele caer en demagogia y alguna que otra falacia
argumental. No existe base científica que logre demostrar sin margen de
error que los datos de las comparaciones sean fiables al 100%, por lo que esos
estudios son estimaciones por comparación entre conceptos equivalentes.Si bien
las equivalencias pueden llegar a satisfacer los requerimientos de ciertos
científicos, ellos mismos reconocen sus límites a la hora de entender el
funcionamiento exacto del cerebro.En fin el cerebro es el organo mas maravillo
que el humano pueda poseer.